La alimentación moderna, basada principalmente en alimentos procesados, contiene cantidades excesivas de sal. En Argentina, el consumo promedio es de 11 gramos de sal diarios por habitante, cuando la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 5 gramos, dado que un consumo mayor aumenta la prevalencia general de la hipertensión, que es el principal factor de riesgo para infartos, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia renal y cardíaca.
Elegir los alimentos con menos sodio en las etiquetas, evitar agregar sal a las comidas durante la cocción o en la mesa y reemplazarla por otros condimentos, son acciones claves para la prevención de la hipertensión y de otras enfermedades asociadas que afectan la calidad de vida de la gente y ocasionan cuantiosos gastos al sistema de salud.
Se están construyendo consensos junto a la industria alimenticia para de manera progresiva ir reduciendo la cantidad de sal en los productos que comercializa, porque los argentinos ingerimos más del doble de la sal que lo que la propia OMS recomienda, y es una realidad que hay que modificar a partir de un cambio cultural que tenemos la obligación de consolidar.
Entre las actividades por la Semana de Mundial por la Sensibilización Sobre la Sal, funcionarios y técnicos del Ministerio de Salud y del Instituto Nacional de Alimentos (INAL) se reunieron con representantes de la industria alimenticia para avanzar en el monitoreo de los acuerdos de reducción de sodio en los alimentos procesados.
La Semana Mundial por la Sensibilización Sobre la Sal fue instituida en 2005 por la World Action on Salt and Health (WASH), con el objetivo de concientizar a la sociedad en la reducción de su consumo como aporte para la mejora de la salud de la población mundial. Año a año, diversas instituciones públicas y privadas se suman a su conmemoración, que tiene lugar durante la segunda semana de marzo.
Se esta trabajando en la reglamentación de la Ley de Reducción del Consumo de Sodio, sancionada el año pasado, que va a servir de instrumento para profundizar las políticas que se vienen desarrollando a través de la iniciativa Menos Sal Más Vida desde hace varios años.
La normativa, sancionada en noviembre de 2013, plantea la reducción progresiva de la sal contenida en los alimentos procesados hasta alcanzar los valores máximos en cada grupo alimentario, fijados por la cartera sanitaria nacional; regula la fijación de advertencias en los envases sobre los riesgos del consumo en exceso de sal; promueve la eliminación de los saleros en las mesas de los locales gastronómicos; fija el tamaño máximo para los envases en los que se venda sal no superar los 500mg y establece sanciones a los infractores.
La reducción poblacional del consumo de sal tiene un gran impacto sanitario, evitando miles de muertes e infartos. Se ha evidenciado que todo comportamiento que uno haga para reducir el consumo de sal como cocinar con menos sal o no agregarla antes de comer cuando el plato ya está servido, se traduce en una reducción del sodio en la orina, lo que evidencia la importancia de estos comportamientos preventivos en la salud.
Fuente: Ministerio de Salud de la Nación.
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