¿Qué es, para qué sirve y qué sucede en estados de exceso y deficiencia?
El Dr. Luis Agustín Ramírez Stieben, especialista en Endocrinología, Dr. en Ciencias Biomédicas (Universidad Nacional de Rosario), coordinador de la Unidad de Tiroides y Paratiroides e integrante de la Unidad de Base de Cráneo y Cirugía Hipofisaria de Grupo Gamma, brinda información acerca del cortisol.
Es muy probable que cada uno de nosotros haya escuchado hablar del “cortisol” y su relación con estados de estrés y/o enfermedad. Pero ¿qué es, qué órgano lo produce, para qué sirve y cuáles son los efectos negativos en situaciones de exceso o deficiencia?.
En primer lugar, el cortisol es una hormona, es decir, una sustancia química que genera una respuesta determinada en algún órgano o tejido del cuerpo humano. Es secretado por dos glándulas, denominadas adrenales o suprarrenales, ubicadas en el interior del abdomen, por encima de ambos riñones.
Sin embargo, la producción de cortisol se encuentra bajo un estricto control del cerebro, específicamente, por el hipotálamo y una pequeña glándula llamada hipófisis. De ahí, como veremos luego, que algunas enfermedades asociadas al cortisol se deban a problemas que tienen su origen en la misma hipófisis.
Importancia del cortisol para el cuerpo humano
Simplificadamente, podemos afirmar que no hay órgano que no se encuentre afectado por esta hormona. Esto se corrobora al describir la participación del cortisol en la vida de la persona: regula el metabolismo de los hidratos de carbono, grasas y proteínas, condiciona la respuesta inmunitaria y controla la presión arterial.
También, equilibra los niveles de glucemia (azúcar), agua y sal, controla el ciclo de sueño-vigilia, eleva la energía para afrontar situaciones de estrés y contribuye a la memoria y concentración, entre tantos otros roles. Por tal motivo, tanto un exceso como una producción deficiente de cortisol pueden alterar estas funciones.
Diferentes situaciones se asocian a niveles anormales (altos o bajos) de cortisol en sangre. Una de ellas es el estrés. Este es un ingrediente común en nuestro día a día, un desafío continuo al que debemos enfrentarnos en un mundo en constante cambio. El cortisol es una de las principales hormonas del estrés.
Aunque su elevación nos permite sortear esos contextos que nos estresan, la elevación mantenida y crónica afecta la salud y calidad de vida, predisponiendo a enfermedades como depresión y Alzheimer. Sin embargo, en esta oportunidad nos vamos a detener brevemente en dos condiciones que abordamos, habitualmente, desde la Endocrinología: el síndrome de Cushing y la insuficiencia adrenal.
Síndrome de Cushing
Cuando el cortisol se encuentra elevado, ya sea por la propia producción del cuerpo o por el uso prolongado de corticoides (utilizados para el tratamiento de, por ejemplo, enfermedades reumatológicas o asma bronquial), hablamos de síndrome de Cushing. Y aunque las causas son diferentes, los síntomas son similares.
Se constata aumento de peso y obesidad, hipertensión arterial, diabetes, debilidad muscular (incluso para levantarse de una silla), estrías rojizas o moradas en brazos, tórax, abdomen o piernas, rostro redondo (en la jerga médica decimos cara en luna llena), hematomas y aumento del vello corporal, depresión e inestabilidad emocional, alteraciones menstruales, disminución del deseo sexual, fragilidad de los huesos (incluso fracturas que suceden espontáneamente) y acumulación de grasa detrás del cuello o encima de los hombros.
El tratamiento va a depender de la causa que lo origine y de las complicaciones que vayan sucediendo. En caso de que se deba a un tratamiento con corticoides, se podrá considerar la disminución de la dosis o, incluso, su suspensión, siempre y cuando la enfermedad que llevó a instaurar la terapia con corticoides se encuentre controlada y sea posible esta opción.
Cuando la persona no se encuentra recibiendo corticoides, la aparición de los síntomas que describimos nos obliga a estudiar los posibles motivos (tumores en hipófisis, en glándulas adrenales o, por ejemplo, algunos tipos de tumores pulmonares), estando el tratamiento dirigido a la causa (por ejemplo, cirugía del tumor de hipófisis).
Insuficiencia andrenal
Como contrapartida, nos encontramos con estados de insuficiencia adrenal. En esta situación, los niveles de cortisol están bajos y el problema puede radicar en las glándulas adrenales o en la hipófisis. Las personas que reciben por mucho tiempo corticoides y los suspenden abruptamente, también pueden presentar síntomas de insuficiencia adrenal.
Estos incluyen debilidad muscular, fatiga extrema, pérdida de peso y de apetito, presión baja (incluso desmayos), glucosa baja en sangre, dolor abdominal, dolores articulares y musculares, náuseas y vómitos, depresión, caída de cabello y disminución de la libido en mujeres.
Cuando el problema se origina en las glándulas adrenales puede evidenciarse oscurecimiento de la piel y manchas en encías y mucosas. El tratamiento consiste en tomar hormonas (hidrocortisona, por ejemplo) para reemplazar lo que se produce deficientemente.
Más allá de esto, es muy importante identificar la causa que dio lugar a la insuficiencia adrenal y estar alerta ante situaciones que pueden predisponer a una descompensación aguda (crisis adrenal), como cirugías, endoscopías o infecciones.

Pigmentación oscura en encías en paciente con insuficiencia adrenal.
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