La obesidad es una enfermedad compleja y multifactorial que se ha convertido en una pandemia silenciosa. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a más de 650 millones de personas en el mundo y en América Latina los índices siguen en aumento.
La Dra. Karen Montegrosso, Staff del Servicio de Nutrición de Grupo Gamma, explica qué incluye el tratamiento de la obesidad y por qué es tan importante el rol del médico.
El diagnóstico de obesidad se basa principalmente en el índice de masa corporal (IMC), que relaciona el peso con la altura. Un IMC igual o superior a 30 se considera obesidad. Sin embargo, el IMC no lo es todo; también es crucial evaluar la composición corporal, la distribución de grasa y la presencia de comorbilidades como hipertensión, diabetes tipo 2 y dislipidemias.
Además debemos sumar las nuevas tecnologías, como el análisis de bioimpedancia, que permiten un diagnóstico más preciso al diferenciar entre masa grasa y masa magra.
Hablemos del tratamiento
El tratamiento de la obesidad debe ser individualizado y basado en un enfoque multidisciplinario que incluya:
- Intervenciones dietéticas: no se trata de dietas restrictivas, sino de educar al paciente en hábitos alimentarios sostenibles.
- Ejercicio físico: actividades adaptadas a las capacidades del paciente, combinando ejercicios cardiovasculares con entrenamiento de fuerza, son esenciales para preservar la masa muscular durante la pérdida de peso.
- Apoyo psicológico: la obesidad no solo afecta el cuerpo, sino también la mente. Técnicas como la terapia cognitivo-conductual pueden ayudar a abordar la relación emocional con la comida.
- Tratamientos farmacológicos y cirugía: en casos específicos, medicamentos aprobados para la pérdida de peso pueden complementar el tratamiento. Para pacientes con obesidad severa y comorbilidades, la cirugía bariátrica sigue siendo una herramienta eficaz, aunque no es una solución mágica y requiere cambios permanentes en el estilo de vida.
El rol del médico en el manejo de la obesidad
El médico juega un papel central en el abordaje de la obesidad, no solo como proveedor de tratamientos, sino también como guía en un proceso de cambio integral que abarca la salud física, emocional y social del paciente, sostiene la Dra. Montegrosso.
Diagnóstico Individualizado: más allá de los números
El médico debe mirar más allá del índice de masa corporal (IMC) para entender el impacto real de la obesidad en cada paciente. Esto incluye:
- Evaluar la salud metabólica: Identificar alteraciones como resistencia a la insulina, dislipidemias o hipertensión.
- Reconocer patrones de distribución de grasa corporal: La grasa visceral, más peligrosa que la subcutánea, se relaciona directamente con el riesgo cardiometabólico.
- Explorar antecedentes médicos y sociales: El médico debe tener en cuenta factores genéticos, psicológicos y sociales que contribuyan al desarrollo y mantenimiento de la obesidad.
Es muy importante destacar que el diagnóstico va más allá de los análisis clínicos, incluyendo una escucha activa que permita identificar barreras individuales, como problemas emocionales o condiciones socioeconómicas.
Diseñar un tratamiento integral y personalizado
El médico lidera un enfoque terapéutico adaptado a las necesidades y circunstancias del paciente, que puede incluir:
- Educación en salud: El médico actúa como un educador, promoviendo una relación saludable con la comida y desmitificando ideas erróneas sobre dietas extremas o productos milagrosos.
- Coordinación multidisciplinaria: Aunque el médico no actúa en soledad, lidera un equipo que puede incluir nutricionistas, psicólogos, entrenadores físicos y otros especialistas, asegurándose de que las intervenciones sean coherentes y complementarias.
Acompañamiento continuo
La obesidad es una enfermedad crónica que requiere un seguimiento a largo plazo. El médico debe:
- Establecer objetivos realistas: En lugar de enfocarse exclusivamente en la pérdida de peso, se debe priorizar la mejora de marcadores de salud y la calidad de vida.
- Monitorear el progreso: Evaluar no solo el peso, sino también otros parámetros como la composición corporal, los niveles de glucosa y lípidos, y el bienestar emocional del paciente.
- Mantener la motivación: Muchos pacientes enfrentan recaídas. El médico debe ofrecer apoyo emocional y ajustar el tratamiento según sea necesario.
Promoción de un enfoque empático y sin estigmas
El médico debe ser consciente del impacto del estigma asociado con la obesidad y evitar perpetuarlo en su práctica clínica. La consulta debe ser un espacio seguro, libre de juicios, donde el paciente sienta que su médico comprende la complejidad de su situación.
- Lenguaje inclusivo y respetuoso: Evitar términos que puedan ser ofensivos o reducir al paciente a su condición de peso.
- Reconocimiento del esfuerzo: Validar los logros del paciente, por pequeños que sean, para reforzar su autoestima.
Uso de herramientas terapéuticas actualizadas
El médico debe mantenerse al día con los avances en el tratamiento de la obesidad, incluyendo:
- Farmacoterapia: Reconocer en qué casos se justifica su uso, teniendo en cuenta la seguridad y eficacia de los medicamentos disponibles.
- Indicaciones quirúrgicas: Saber cuándo derivar a un paciente para evaluación de cirugía bariátrica y acompañarlo en el proceso pre y postoperatorio.
Promoción de la prevención
El médico también tiene un rol clave en prevenir la obesidad desde etapas tempranas, educando a familias y comunidades sobre la importancia de hábitos saludables desde la infancia.
La relación médico-paciente es el pilar del manejo exitoso de la obesidad. No se trata solo de manejar números en una balanza, sino de comprender al paciente en su totalidad y acompañarlo en su proceso de transformación, afirma la Dra. Karen Montegrosso. A través de un enfoque científico, empático y sostenido, el médico puede marcar la diferencia en la vida de quienes enfrentan esta enfermedad crónica.
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