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Estrés vs. Burnout: cuando la exigencia se convierte en agotamiento

Psiquiatría

Estrés vs. Burnout: cuando la exigencia se convierte en agotamiento

La Dra. Carla Graziadei, Staff del Servicio de Psiquiatría y Psicología de Grupo Gamma, nos explica cómo diferenciar el estrés habitual del desgaste profesional, cuáles son sus causas, señales de alerta y riesgos, y por qué detectarlo a tiempo puede marcar la diferencia en nuestra salud integral.


Estrés y Burnout son dos conceptos diferentes.

El estrés en sí, es una reacción natural del cuerpo frente a una situación o demanda que se percibe como amenazante. En sí mismo, el estrés, no es algo negativo. Gracias al estrés nuestro cuerpo se activa para dar respuesta a una situación. Podemos dar ejemplo cuando tenemos un examen o frente a una mudanza, el estrés nos ayuda a concentraros y estudiar o a embalar y planificar, según el caso. El estrés esperable tiene inicio y fin.

Nos referimos al estrés como un síntoma aislado. El problema aparece cuando éste síntoma se sostiene durante demasiado tiempo, sin pausa. Ésta situación da lugar al estrés crónico, definido como un estado de alerta constante asociado a otros síntomas que ya describiremos más adelante.

El Burnout, por su lado, es el síndrome de desgaste profesional. Es un agotamiento mental causado por estrés crónico, sostenido y la sobrecarga laboral. Nos referimos a Burnout como la forma más severa de agotamiento emocional, mental y físico asociado al ámbito laboral.

¿Qué causa el burnout?

Hay que destacar que no aparece de la noche a la mañana, sino que resulta de la combinación de factores que se sostienen en el tiempo. Dentro de los mismos cabe mencionar principales factores laborales, personales y contextuales.

-Aspectos Laborales: mal clima laboral, malos tratos, competitividad, liderazgo autoritario o ausente, escaso reconocimiento, sensación de injusticia organizacional, inequidad en distribución de carga laboral, jornadas largas, turnos rotativos, ritmos intensos, falta de descansos, entre otros.

-Aspectos Personales: personalidades con dificultad para delegar tareas, dificultad para poner límites, perfeccionismo, autoexigencia, etc.

-Aspectos Contextuales: falta de recursos (faltan herramientas para cumplir con las tareas), conflictos de rol (recibir instrucciones difusas o contradictorias). En este punto cabe mencionar que hay ciertos trabajos con mayor predisposición a desarrollar síndrome de Burnout, entre ellos se encuentran los trabajos con alta demanda emocional (profesionales del cuidado, salud, educación) y los roles con alta exposición (atención al cliente). Esta predisposición se debe a que los trabajos mencionados implican sostener las emociones del otro.

¿Qué señales de alerta podemos identificar?

Debemos preocuparnos (y ocuparnos) cuando el cuadro produce malestar o deterioro en la funcionalidad social, familiar y/o laboral, afirma la Dra. Carla Graziadei. En ésta situación el cuadro ya no resulta adaptativo. En ésta instancia probablemente haya alteraciones en el sueño, en el ánimo (con labilidad emocional, tendencia a llorar con facilidad), en la conducta (aislamiento social, aumento de consumo de alcohol o cafeína como un “intento de regular emociones”) irritabilidad, nerviosismo, ansiedad (sensación de alerta permanente), pérdida de la motivación, disminución de la productividad y síntomas físicos (dolores musculares, cefaleas, alteraciones digestivas, etc.)

¿A qué riesgos nos exponemos en caso de no tratarlo?

El riesgo de no tratar el estrés crónico no solo es el de desarrollar el síndrome de Burnout sino también el de desarrollar enfermedades cardiovasculares (aumento de la presión arterial, taquicardia, enfermedades cardiacas y eventos cardiovasculares en personas predispuestas), depresión del sistema inmune (que se traduce en mayor frecuencia de infecciones y procesos inflamatorios), trastornos digestivos y alteraciones metabólicas (aumento del apetito, con el consiguiente aumento del riesgo de desarrollar diabetes tipo II).

Además, destacar, que el estrés crónico, en el ámbito de la psiquiatría, es un factor que empeora la evolución de cualquier enfermedad mental preexistente y abre paso a mayor vulnerabilidad para el abuso de sustancias.

Entonces ¿Qué se puede hacer?

Reconocer los síntomas es el primer paso, subraya la doctora. Para ello es indispensable hablar, pedir ayuda profesional. Indicaciones claves incluyen sostener una adecuada higiene del sueño, realizar actividad física regular, buscar apoyo emocional mediante psicoterapia, limitar estimulantes y en caso de ser necesarios, se indican psicofármacos.

Para finalizar, dejar un mensaje a modo de resumen: comprender las causas y riesgos del burnout nos permite actuar a tiempo: pedir ayuda, ajustar hábitos y priorizar el bienestar. Cuando entendemos el Burnout podemos transformar el desgaste en una oportunidad para fortalecer nuestros límites y nuestra salud integral.

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