La insuficiencia cardíaca (IC) es un síndrome clínico heterogéneo con gran impacto epidemiológico y alta complejidad clínica. A pesar de los avances en el tratamiento farmacológico, la IC constituye una de las principales causas de hospitalización. En este sentido, las unidades de IC, han surgido como elementos de gestión adaptados a las características particulares de este síndrome. Pese a que la generalización de estos modelos se ha visto favorecida por los resultados positivos de múltiples estudios que han impulsado su recomendación en las guías de práctica clínica, la IC a menudo coexiste con una serie de comorbilidades relevantes que trascienden directamente en el diagnóstico, pronóstico y abordaje terapéutico.
La enfermedad renal es una de las comorbilidades más prevalentes en los pacientes con IC crónica. De hecho, alrededor del 40-50% de los pacientes con IC crónica asocian algún grado de enfermedad renal. Dada la alta prevalencia de ambas condiciones y sus particularidades fisiopatológicas, su coexistencia supone un verdadero reto desde el punto de vista clínico puesto que una condición parece acelerar la presentación y progresión de la otra. La dificultad en la correcta interpretación de las fluctuaciones en la función renal constituye además un obstáculo a la hora de conseguir una adecuada descongestión del paciente con IC descompensada, o en la optimización del tratamiento médico con impacto pronóstico en la IC.
Partiendo de esta relación bidireccional, durante años se han realizado esfuerzos cada vez mayores para intentar integrar ambas entidades dentro de un espectro clínico común conocido como síndrome cardiorrenal (SCR), definido como el proceso patológico que aparece a partir de la afectación de un órgano y provoca la afectación del otro, pudiendo originarse desde una situación aguda o crónica.
Además de su elevada prevalencia, el paciente cardiorrenal supone un reto clínico de dimensiones alarmantes. El pronóstico del paciente cardiorrenal es ominoso, con cifras de morbimortalidad que se llegan a duplicar en estadios más avanzados de disfunción renal, además el tratamiento de estos pacientes se sigue basando en gran medida en actos empíricos. Afortunadamente, la percepción y la comprensión de la enfermedad renal como factor de riesgo cardiovascular en sí misma, y como multiplicadora del riesgo cardiovascular global en cada paciente, ha evolucionado significativamente en los últimos años. No obstante, se ha avanzado poco en el desarrollo de estructuras de gestión que ofrezcan una atención individualizada e integradora. Actualmente se basa en la actividad periódica individual por cada especialidad.
Al igual que sucede con las unidades de IC, modelos de abordaje multidisciplinar y estructurado de pacientes con enfermedad renal han demostrado beneficios en mortalidad y mejoría en eventos cardiovasculares y renales. Recientemente, el posicionamiento sobre el SCR de la American Heart Association de 2019 resalta el papel de las unidades específicas cardiorrenales en promover avances científicos, lograr una atención coordinada, mejorar la calidad de vida y los resultados de los pacientes. Por tanto la unidad cardiorrenal (UCR) tiene como misión la asistencia integral especializada de los pacientes con enfermedad renal y enfermedad cardiovascular dentro de un contexto de calidad y seguridad.
Definición
La UCR como modelo asistencial se define como el conjunto de intervenciones coordinadas y multidisciplinares diseñadas para estabilizar, enlentecer o incluso revertir la progresión del SCR con una perspectiva de atención personalizada.
Objetivos
Objetivo general
El objetivo general de la UCR es mejorar la atención y el abordaje clínico integral de los pacientes con SCR mediante un modelo más eficiente que garantice la atención personalizada, asistencia integral y multidisciplinar, la continuidad asistencial, una mayor capacidad de respuesta y la reducción de la variabilidad clínica. De este modo se consigue una mejor calidad de vida y reducción del número de reingresos hospitalarios.
Desde la UCR se mejora la comunicación y la interacción entre los especialistas, se garantiza la continuidad y la equidad asistencial a través del trabajo en equipo, se optimiza la derivación de los pacientes al nivel asistencial más adecuado, se mejora el abordaje integral del paciente con síndrome cardiorrenal, se optimiza el tratamiento farmacológico, se disminuye la tasa de reingresos por insuficiencia cardíaca y renal.
Objetivos específicos
Componentes y actuaciones de las UCR
Definiciones y categorías de riesgo